miércoles, septiembre 10, 2008

La última lágrima

Fue en un concierto de alguna banda electrónica de moda, cuando se conocieron.
Seis años pasaron desde ese momento, pero ella nunca pensó que la vida se encargaría de unirlos nuevamente.
Una amiga en común fue quien los presentó en ese momento, y su cumpleaños la ocasión de encontrarse año tras año.
Durante la celebración del año pasado lo observó con otros ojos, había algo en su mirada que le atraía demasiado, pero no fue capaz de hacer ni decir nada… solo de observarlo y conversar largamente con él, como ya acostumbraban hacerlo en esas ocasiones.

Desde aquel evento tuvo que pasar exactamente un año para un nuevo encuentro, donde las miradas fueron mutuas y el coqueteo delicadamente peligroso.

En un instante de descuido, fue sorprendida tras la puerta del baño, donde él la besó apasionadamente. No hubo sexo, sino más bien una contención emocional que se prolongó hasta un par de semanas después, cuando pudieron dar rienda suelta a toda esa pasión descontrolada y desenfrenada que había surgido entre ambos.
Al amanecer ella supo que había caído rendida a sus pies, y que no sería fácil lo que estaba por venir. Se vio a sí misma en una nebulosa red que la atraía hacia él de una manera inevitable, pero sabía que no era una relación bidireccional.
Fue así como se diluyó la historia, de la que él se encargaba de mantener encendida con una brisa, mientras que esa pequeña brisa, encendía todas sus ilusiones de amor y sensualidad.

Pasaron los meses… y al tiempo en que se disponían a asistir juntos a la boda de la amiga que los había presentado, él le comunicó lo que ella más se temía… el retorno con el amor del pasado.
Como dolió eso en su alma, el orgullo herido, el sentimiento de haber caído una vez más con las palabras de un embustero.
Lloró. Lloró muchísimo y pataleó. Pero no gritó, ni se puso histérica. Se calmó, y escuchó, las sabias palabras de su maestra, quién le dijo: ¿Es que acaso lloras por él, o porque es uno más que resulta ser un fracasado? Porque quizás lloras por él, porque tenías sentimientos involucrados, o quizás lloras porque es una historia más que queda trunca, sin un final feliz. Quizás lloras por ambas cosas, pero es necesario que te veas a ti misma, y entiendas porqué lloras.

Al día siguiente, luego de una larga ducha, se miró al espejo. Se vio los ojos hinchados por las lágrimas de la noche anterior, pero, no había más lágrimas para él en esos ojos.

En ese minuto comprendió que lloraba por el momento, y que sus lágrimas no merecían gastarse en un personaje que no la valorara como correspondía. Y así, con sus ojos hinchados y su cara lavada, salió a la calle, con la frente más alta que nunca.

1 comentarios:

Dani dijo...

Ojos hinchados... cara lavada... anteojos de sol (gigantes)... y la frente más alta que nunca!!! Ooooooooooooooooooobvio!!!