domingo, septiembre 24, 2006

En la cama

Acabo de terminar de ver "En la cama", la película chilena seleccionada para postular al Oscar y al Goya. Y bien pues, nada pretenciosa, con una escenografía simple, pero sumamente atractiva al menos para mi ojo. Como leí en el blog de Leo Prieto, también pensé que podía tornarse un poco monótona, por el hecho de estar encerrado en 4 paredes, pero a los minutos, me sumergí en la historia y la disfruté.

Es una película actual, temas reales que pasan a diario, y claro, quizás como mujer, uno en algún lugar profundo de la mente (o del alma) quiere que este tipo de historias tengan un final feliz, pero lo cierto es que la mayoría no lo poseen, sino que sucede exactamente lo que pasa al final de la película. Y es la realidad del mundo en que nos movemos.

Un chico conoce a una chica, se gustan, se atraen, se tocan, se besan, tienen sexo. Esto en el transcurso de unas horas de una larga noche. Luego de esto hay variantes.
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1. El se queda dormido, y ella, bueno, piensa en todas las alternativas probables de lo que puede suceder. Fue sólo una buena noche, me gustó como lo hacía, en realidad debería conocerlo más, o debo escapar de acá cuanto antes.


2. En realidad no había dinero y/o tiempo para ir a un motel, así que luego de tener sexo en un auto o detrás de una escalera, en un ascensor, o cualquier lugar incómodo, debes buscar tu ropa de manera veloz, y vestirte a media luz o incómodamente. Luego de eso te despides casi como si no hubiera pasado nada y te vas. O él se va. Y ahí quedas, nuevamente pensando si fue sólo una buena noche, me gustó como lo hacía, pero... como sería en condiciones óptimas, o en realidad quedará para el anecdotario de mi "vida sheshual". Generalmente este tipo de relaciones no lleva a nada. Y es que a golpes se aprende, dicen.

3. Eventualmente sucede lo de la película "En la cama". Luego (o quizás antes incluso) del acto sexual se genera una complicidad que da para poner algún tema de conversación. De ahí en adelante todo fluye, y conversas hasta el amanecer, hasta que no queda otra opción que dormir un rato o vestirte porque el deber de los compromisos previos te llama.

Para mi es lejos la más agradable de las alternativas, y la que deja mejores recuerdos. Y es como pasaba en la película. Si no hubiera otras cosas de por medio, amistades, compromisos, reglas, etc. Si fueramos totalmente libres de nuestros actos, quizás podría haber surgido algo de eso. Algo más que se generó implicitamente, pero que sabemos que no se puede. Pero que te deja ese gusto agradable, y que te ries cuando te acuerdas. Pero no te ries de algo chistoso, sino que con esa risa nerviosa, entre silencio incómodo y risa. Y silencio... de lo que no pudo ser, pero que afortunadamente nos dejó esa noche en la cama.